Jesús Rafael Suniaga, personaje bastante conocido en la ciudad. / Foto: NAUMBERG VELÁSQUEZ

15 Dic, 2013 | En cada pueblo hay personajes que puede recrear los acontecimientos más importantes con plena identificación. Uno de ellos es Jesús Rafael Suniaga “Chú Maneque”, bastante apreciado y conocido en La Asunción. En pleno bulevar 5 de Julio de la capital neoespartana transcurren sus vivencias y se convierte en testigo de lo que allí acontece, teniendo como eje de acción un establecimiento comercial que heredó y al frente del cual se mantiene, aun cuando la actividad no sea tan fértil en la actualidad.

“Chú Maneque” forma parte de una familia de siete hermanos. Su papá Florencio Obando se dedicó al comercio y su mamá Florencia Suniaga, a las labores del hogar.

Época asuntina de tradiciones, fraternidad y de habitantes estrechamente unidos. Más que vecinos eran casi hermanos. “Todo el mundo se conocía”. Actualmente regenta una refresquería y licorería que antes fue bodega. Cercano a este local durante muchos años destacó en otro negocio, el de la señora Vicenta Millán, quien vendía arepas preparadas a leña sobre un gigantesco budare.

En todo ese perímetro, las mañanas eran bastante movidas por el oficio de estos asuntinos hacendosos. El negocio La Granadilla de los Suniaga fue bautizado así porque a su hermano, que vivía en Caracas, le gustó ese nombre “y se lo trajo para acá”. Alcanza a vender refrescos y algunas chucherías.

Lo peculiar es que en el local acumula infinidad de recortes de periódicos pegados hacia un extremo, como recapitulando. Hojas ya amarillentas que aún transmiten historias. Es como si el tiempo se detuviera en ese espacio.

Semana Sanata asuntina

Desde que murió su hermano, en 1998, Suniaga está al frente del negocio, relata tranquilo, sin ningún apuro. Posa orgulloso de esa Margarita que transcurre apegada y respetando el pasado. Algo que se siente aún en esta ciudad capital.

El grueso de los episodios “cumbres” de los cuales disfruta “Chú Maneque” están vinculados sobre todo con el desarrollo de la Semana Santa, época en la que aparte del fervor religioso y la tradición, considera fabulosos los reencuentros entre los asuntinos.

-Es algo esplendoroso, llega gente de todas partes. Esto se llena y en especial me gusta la procesión del Santo Sepulcro el Viernes Santo, la cual dura cinco horas entre el Palacio Legislativo y la Catedral de La Asunción.

Consideró que es una tradición “única en el mundo”, al paso de los cargadores asuntinos, quienes tienen todo su protocolo.

En medio de las procesiones también hay la oportunidad de que los asuntinos cuenten las anécdotas o “cachos” y, por supuesto, se “refresquen donde Chú Maneque”. Este es el otro “cuarto redondo” para disipar el calor entre la multitud de gente y la sombra bajo las matas de mango y los guayacanes del bulevar.

-Siendo testigo de excepción, ¿qué ha cambiado en su Isla natal?

-Con respecto a la tradición asuntina, realmente ésta se mantiene y es lo admirable. En cuanto a la isla de Margarita en general, la hemos visto crecer mucho, con sus cosas negativas y positivas.

En particular, le da cierta tristeza ver la evolución de su barrio natal, El Mamey, que “se ha echado a perder”. “Mucha juventud con problemas de drogas. No es el mismo que antes y eso entristece”.

Esta realidad la sopesa con los recuerdos de una infancia en la que jugaba trompo, “pichas” (metras), pelota y elevaba voladores.

También la Navidad era distinta con las misas de aguinaldo y las patinatas. “Ahora con la inseguridad no se disfruta ese compartir como antes. Solamente en Semana Santa hay el reencuentro y entre asuntinos revivimos las tradiciones”.